¿Por qué los adolescentes sarcásticos pueden ser los más inteligentes?

Los niños pequeños no entienden el sarcasmo, pero cuando llegan a la adolescencia, puede ser su forma usual de responder. Esto es lo que nos dice la ciencia sobre las acrobacias mentales detrás de una frase irónica.

Si te dijera que el sarcasmo es una de nuestras herramientas lingüísticas más poderosas, tu primera reacción podría ser no tomarme en serio. Tal vez incluso asumas que yo mismo estoy utilizando un poco de ironía.

A menudo se nos recuerda, después de todo, la frase de Oscar Wilde de que «el sarcasmo es la forma más baja de ingenio», aunque olvidamos que el escritor calificó inmediatamente su afirmación añadiendo «pero la forma más alta de inteligencia».

A los padres o maestros de adolescentes en particular les puede resultar difícil creer que esta peculiaridad lingüística sea un signo de una mente flexible e inventiva.

Sin embargo, eso es exactamente lo que han estado argumentando los psicólogos y los neurocientíficos. Estos expertos descubrieron que el sarcasmo requiere que el cerebro supere numerosas dificultades para llegar a una interpretación correcta, para lo que se necesita más capacidad intelectual que para las declaraciones literales.

Y aunque a menudo se desdeña como un comportamiento juvenil, el sarcasmo es en realidad una prueba de madurez, ya que el cerebro en desarrollo de un niño tarda años en comprenderlo y dominarlo por completo.

«Puede ser bastante desafiante», dice Penny Pexman, psicolingüista de la Universidad de Calgary en Canadá.

El esfuerzo mental vale la pena. El sarcasmo nos permite agregar un matiz muy necesario a nuestras interacciones, suavizando los golpes de nuestros insultos o agregando una provocación juguetona a un cumplido.

Incluso hay alguna evidencia de que puede prepararnos para ser más creativos y que puede ayudarnos a ventilar emociones negativas cuando nos sentimos deprimidos.

Pexman está tan convencida de la importancia del sarcasmo que ahora ha comenzado a diseñar programas de entrenamiento para aquellos con un sentido subdesarrollado de la ironía sarcástica.

Pequeños pasos

Algunas pistas sobre la complejidad del sarcasmo provienen de su larga trayectoria de desarrollo a través de la infancia, un hecho que Pexman ha descubierto con la ayuda de unas pícaras marionetas.

En un estudio representativo, un niño quizá vea a un personaje llamado Jane que intenta pintar una rosa, pero acaba haciendo un desastre.

«Eres una pintora increíble», dice Anne, la amiga de la marioneta.

O puede ver a un personaje llamado Sam que está arrancando malezas en el jardín y termina el trabajo muy rápido. «Eres un jardinero horrible», dice su amigo Bob.

En general, los niños menores de 5 años simplemente no pueden detectar el sarcasmo de estas frases y tienden a tomar las declaraciones literalmente.

E incluso después de comenzar a percibir que las palabras ocultan algún significado, pueden tener dificultades para comprender los matices. (Pueden pensar, por ejemplo, que alguien simplemente está mintiendo).

Niños pequeños jugando con autos pequeños
Los niños menores de 5 años son incapaces de detectar el sarcasmo y tienden a tomar las declaraciones literalmente.

La comprensión del uso del sarcasmo en el humor, como una forma de burla, llega por último. «Eso se desarrolla particularmente tarde, alrededor de los 9 o 10 años de edad en promedio«, dice Pexman.

Este arco de desarrollo parece seguir el surgimiento de la «teoría de la mente», la capacidad de un niño para comprender las intenciones de otro, que tiende a volverse más sofisticada con la edad.

Otros factores pueden incluir el vocabulario y la gramática, la capacidad de captar las señales vocales sutiles que podrían indicar el significado sarcástico y la comprensión de los contextos en los que se puede esperar o no el sarcasmo. Esto solo llega luego de una amplia experiencia en situaciones sociales.

«Existen todas estas piezas que un niño necesita ensamblar, pero ninguna de ellas es suficiente, por sí sola, para comprender el sarcasmo», dice Pexman.

Sus últimos estudios han demostrado que el entorno familiar de un niño puede influir fuertemente en su comprensión y uso del sarcasmo. Si los padres usan el sarcasmo, es mucho más probable que los niños desarrollen la habilidad por sí mismos.

«Alrededor de los 4 años, los niños desarrollan la capacidad de captar la perspectiva de otra persona y reconocer que la creencia que alguien podría tener en su mente es diferente a la suya», señala Pexman.

El sarcasmo es complejo porque el niño debe comprender la creencia real del hablante y las formas en que pretende que la otra persona interprete sus palabras.

Es un proceso de dos pasos y lleva tiempo para que un niño lo domine. (En general, a los niños menores de 7 años les resulta difícil tener en mente dos ideas potencialmente opuestas).

Cuando llegan a la adolescencia, muchos niños dominan estas habilidades complejas, y tal vez no sea sorprendente que luego disfruten experimentando con ellas y probando sus efectos en otros.

Creatividad

Si todavía no estás convencido de que el amor de tu hijo o hija adolescente por el sarcasmo es un hito que vale la pena celebrar, considera un experimento reciente de Ruth Filik, psicóloga de la Universidad de Nottingham en Reino Unido.

Se pidió a los participantes que se acostaran en un escáner fMRI mientras leían varios escenarios de eventos comunes.

En algunos casos, las declaraciones de los personajes tenían la intención de ser suavemente irónicas, como:

«Bernice y Caitlin estaban aplicando a un curso de psicología en una universidad de Estados Unidos. Fueron a imprimir sus formularios juntas. La imprenta solo tenía papel rosa disponible. Bernice le dijo a Caitlin: ‘¡Muy formal!'».

En otros escenarios, las mismas palabras fueron utilizadas como crítica sarcástica a una persona en particular:

«Bernice y Caitlin estaban solicitando un curso de psicología en una universidad de Estados Unidos. Fueron a imprimir sus solicitudes juntas. Caitlin eligió imprimir el suyo en papel rosa. Bernice le dijo a Caitlin: ‘¡Muy formal!'».

Ambos tipos de ironía activaron la red de «mentalización» involucrada en la comprensión de las creencias e intenciones de otras personas, un hallazgo que subraya la importancia de la teoría de la mente en la interpretación de este tipo de declaraciones ambiguas.

Sin embargo, es importante señalar que Filik descubrió que el sarcasmo también desencadenó una mayor actividad en las redes semánticas involucradas en el procesamiento general del lenguaje y en las regiones cerebrales involucradas en el humor, en comparación con la ironía no sarcástica, lo que ella interpreta como un signo de su complejidad general.

«Es más desafiante averiguar cuáles eran las creencias de la otra persona, por qué dijeron eso y si están tratando de ser malos o divertidos», señala Filik.

Este entrenamiento mental puede tener algunos beneficios sorprendentes. Trabajando con colegas de las universidades de Harvard y Columbia, Li Huang de la escuela de negocios de Insead en Fontainebleau, Francia, ha demostrado que expresar, recibir o recordar comentarios sarcásticos puede ayudar a catalizar el pensamiento creativo.

Uno de sus experimentos involucró, por ejemplo, el «problema de la vela», en el que a los participantes se les presenta una vela, un paquete de fósforos y una caja de tachuelas.

Su tarea es encontrar una manera de fijar la vela a la pared para que pueda arder sin gotear cera en el suelo. La respuesta correcta es vaciar la caja de tachuelas, clavarla en la pared y luego colocar la vela dentro, una solución que solo se te ocurrirá si estás preparado para pensar lateralmente sobre las funciones de cada objeto.

Antes de abordar el problema, se pidió a algunos participantes que recordaran una interacción sarcástica, mientras que otros recordaron un intercambio sincero o neutral.

Sorprendentemente, los recuerdos sarcásticos duplicaron con creces la tasa de éxito de los participantes, de alrededor del 30% a más del 60%.

Como forma de humor, el sarcasmo también puede ayudarnos a lidiar con la frustración o el estrés. «Puede ser una forma de desahogarse», dice Kathrin Rothermich de la Universidad de Carolina del Este en Greenville, Carolina del Norte, en Estados Unidos.

Curiosamente, uno de sus estudios recientes encontró que el uso del sarcasmo por parte de las personas deprimidas y ansiosas aumentó durante la pandemia de covid-19, lo que puede reflejar este mecanismo de lidiar con situaciones difíciles.

Sin embargo, en general la principal motivación del sarcasmo será lingüística: agregar color a los mensajes que esperamos transmitir.

«Tienes el velo del significado superficial sobre el significado subyacente», dice Pexman. Podría ser una burla suave y, si estás criticando implícitamente a alguien, incluso puede darte una negación plausible, lo que reduce el riesgo de un altercado.

Si bien estos estudios se realizaron con adultos en lugar de adolescentes, parece probable que los adolescentes experimenten sensaciones similares cuando usan el sarcasmo y podrían verlo como un mecanismo útil para lidiar con sentimientos negativos o situaciones difíciles.

Entrenamiento para el sarcasmo

Inicialmente, puede ser un shock para los padres notar que sus hijos muestran sarcasmo, un signo, quizás, de un cinismo más adulto que choca con sus impresiones sobre la inocencia juvenil de sus hijos.

Los padres pueden sentirse particularmente indefensos cuando se trata de un adolescente que lo inyecta en casi todas las interacciones, como si tuvieran dificultades para expresar emociones sinceras.

Pero ¿deberíamos culpar a los adolescentes por manejar esta herramienta versátil? ¿Sería tal vez mejor verla como la práctica útil de una habilidad vital?

«Es una habilidad en la que los adolescentes quieren ser buenos, particularmente porque una gran parte del lenguaje que usamos en la vida cotidiana no es literal», dice Filik.

Pexman está de acuerdo, y es por esta razón que ha comenzado a buscar formas de enseñar el sarcasmo a los niños que son lentos para captar sus matices.

El resultado es Sydney Gets Sarcastic(«Sydney se vuelve sarcástico»), un libro de cuentos que proporciona múltiples ejemplos de sarcasmo y las razones por las que se utiliza.

Un experimento reciente demostró que a los niños que leían y discutían el cuento les resultaba más fácil luego detectar declaraciones sarcásticas.

Dada la mala reputación del sarcasmo, todos podríamos apreciar un poco más su complejidad y sofisticación. Y no estoy haciendo uso de ninguna ironía cuando digo que el sarcasmo es, literalmente, uno de los mayores regalos de la lengua.