La alianza del presidente Alberto Fernández quedó nueve puntos por detrás de la principal coalición opositora, Juntos por el Cambio, en la elección para renovar la mitad de la Cámara de Diputados.
Y en la elección para reemplazar a un tercio de los senadores, el FDT quedó 20 puntos por detrás de la fuerza que entre 2015 y 2019 llevó a la presidencia a Mauricio Macri.
Con esos resultados, el peronismo perderá en diciembre su control del Senado, donde tenía quórum propio desde el regreso de la democracia en 1983.
En tanto, acortó su mayoría en Diputados, donde ahora tendrá dos legisladores más que Juntos.
Esto obligará al gobierno a tener que negociar con la oposición para poder gobernar.
Aunque el oficialismo hizo esta vez una mejor elección que en las primarias de septiembre pasado, cuando la magnitud de la derrota causó un enfrentamiento público entre Fernández y su poderosa vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, la coalición gobernante perdió mucho del apoyo que lo llevó al poder en 2019 con el 48% de los votos.
En BBC Mundo te explicamos los tres principales motivos detrás de esta derrota.
1. La economía
Sin lugar a dudas, el mayor malestar de los votantes argentinos es con el estado de la economía.
El país venía de dos años de recesión y una inflación que superaba el 50% cuando asumió Fernández hace dos años.
También arrastraba una pesada deuda pública, gracias al acuerdo firmado por Macri en 2018 con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que convirtió al país sudamericano en el mayor deudor de ese organismo.
Como si ese escenario no fuera lo suficientemente complicado, en marzo de 2020 llegó la pandemia de coronavirus.
Sin acceso a crédito, Fernández, que llevaba tres meses en el poder, debió apelar a la emisión monetaria para hacer frente a la crisis sanitaria y económica que generó el virus.
Pero los críticos del gobierno sostienen que fue su manejo, tanto de la economía como de la pandemia, lo que agravó aún más ambas crisis.
A pesar de todos los problemas que arrastraba el país, Fernández decidió imponer una de las cuarentenas más largas del mundo.
Las restricciones a la circulación, al uso del transporte público y el cierre de comercios duraron meses.
Incluso con una impresión récord de billetes las ayudas estatales fueron limitadas y no alcanzaron, sobre todo al sector informal que representa más de un tercio de la economía.
La decisión de prohibir los despidos -que aún se mantiene- fue un peso extra que terminó de ahogar a muchas empresas y comercios.
Más de 40.000 Pymes cerraron sus puertas, según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Eso es el doble de las que cerraron durante la crisis de 2001-2002.
Argentina sufrió una contracción económica del 10% en 2020, una de las peores del mundo.
En tanto, el gobierno de Fernández se tardó en llegar a un acuerdo con sus acreedores privados, llevando al país a su noveno default en mayo de 2020, y recién logró reestructurar esa parte de la deuda -unos US$65.000 millones- en agosto de ese año.
Y con el FMI aún no ha negociado el pago de los US$44.000 millones que el país le debe.
«Haber llegado hasta acá sin un acuerdo con el Fondo es mala praxis», opinó a BBC Mundo la economista Marina Dal Poggetto, directora ejecutiva de la consultora EcoGo.
Muchos economistas creen que la falta de un acuerdo con el principal acreedor del país, y de un plan económico claro, ha aumentado la desconfianza en la economía argentina y en particular en su moneda, el peso.
Esta desconfianza ha hecho que se dispare la cotización del dólar libre o de mercado -aquí conocido como «dólar blue»- que hoy es 100% más caro que el «dólar oficial», cuya cotización y acceso está controlado por el Estado.
Esto no solo ha hecho que viajar al exterior o comprar productos importados se ha tornado prohibitivo para la mayoría de los argentinos. Más problemático aún es que ha puesto más presión sobre la inflación, el problema económico que más preocupa a la gente.
Con un alza de precios mensual del 3% o 4% -lo que supera la inflación anual en muchos países- a cada vez más argentinos les cuesta llegar a fin de mes, y entre el 40% y la mitad de la población hoy está por debajo de la línea de pobreza, según las cifras oficiales.
2. El manejo de la pandemia
Muchos argentinos que castigaron al gobierno con su voto no solo le endilgan un mal manejo económico de la pandemia.
También lo responsabilizan por los más de 116.000 muertos por coronavirus que tuvo el país, una cifra que, ajustada por población, se asemeja a la cantidad de víctimas que tuvo Brasil.
Si bien muchos respaldaron la forma en que Fernández encaró la pandemia cuando esta llegó al país -sus niveles de aprobación llegaron al 80% a finales de marzo de 2020- esa cifra empezó a caer fuertemente a medida que pasaban los meses y las restricciones se mantenían.
Una de las cosas que más se le critican al mandatario, desde todos los sectores socioeconómicos, es su decisión de haber mantenido las escuelas cerradas por cerca de un año y medio.
Argentina también estuvo más de un año sin vuelos comerciales, incluyendo los domésticos, más que en cualquier otro lado.
También el retraso para conseguir vacunas causó mucho malestar con el gobierno.
Mientras vecinos como Uruguay y Chile firmaron rápidos acuerdos para adquirir la vacuna Pfizer, la primera que se comercializó, Argentina tuvo desacuerdos con la farmacéutica estadounidense.
En vez, basó su estrategia de vacunación en dos de las inoculaciones que más problemas de abastecimiento tuvieron: AstraZeneca y Sputnik V.
Eso hizo que el país tardara mucho en lograr la doble vacunación de la mayor parte de su población.
Dos escándalos relacionados con la pandemia no ayudaron en lo absoluto a mejorar la imagen del gobierno.
Primero, el llamado «vacunatorio VIP», como se conoció a la vacunación irregular de personalidades allegadas al poder, que llevó a la dimisión del ministro de Salud.
Y luego el «Olivos Gate»: la filtración de imágenes del presidente celebrando el cumpleaños de su pareja junto con un grupo de amigos en la residencia presidencial, violando las restricciones sociales que él mismo había impuesto.
3. Las peleas internas
Si bien la unión del peronismo fue clave para lograr vencer a Macri en 2019, los cortocircuitos entre los diferentes líderes que forman la coalición gubernamental -en particular entre el presidente y su vice- han complicado la gestión del gobierno, limando su popularidad.
El politólogo Juan Germano, director de la firma Isonomía Consultores, le dijo a BBC Mundo que la alianza peronista resultó «muy efectiva desde lo electoral, pero muy poco efectiva para gobernar».
Por su parte, Facundo Nejamkis, director de la consultora Opina Argentina, señaló que «hay un problema de conducción bifronte en el gobierno que no sé si algún país del mundo puede tolerar, pero la Argentina evidentemente tiene dificultades con eso».
«Hasta que el Frente de Todos no logre resolver el problema de las diferencias internas, y hacia adónde debe ir la gestión del gobierno, esas diferencias y esas tensiones se trasladan al conjunto de la sociedad», afirmó.