Guerra Rusia-Ucrania. Rusia-India-China: el nuevo frente estratégico al que apuesta Putin para desafiar a Occidente

 Mientras europeos y estadounidenses hacen todo lo posible para evitar que la guerra en Ucrania se transforme en un enfrentamiento entre Rusia y Occidente, Moscú sueña con transformar su insensato gesto en el advenimiento de un nuevo orden mundial.

A través de su poderosa maquinaria propagandística, Moscú difunde por las redes sociales mapas elocuentes que pretenden desmentir la realidad del aislamiento ruso: el acercamiento de Rusia, la India y China (RIC) —para el cual el autócrata ruso hace todos los esfuerzos posibles— es presentado como el punto central de un nuevo orden mundial, en detrimento de Washington y de sus aliados europeos, golpeados por el retorno de la guerra en un continente “declinante y dividido desde hace mucho tiempo”, según el Kremlin.

En el papel, si se tienen en cuenta las votaciones en Naciones Unidas de las últimas semanas, la marginación de Rusia de la comunidad internacional no plantea dudas: 141 países condenaron la guerra y pidieron un cese del fuego una semana después de la invasión de Ucrania. Solo cuatro (Bielorrusia, Siria, Corea del Norte y Eritrea) votaron en favor de Moscú. Pero otros 35 se abstuvieron, comenzando por China, la India y varios Estados africanos y del Golfo.

Poco después, la votación sobre la suspensión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas confirmó que ese consenso inicial era frágil: 93 Estados (sobre 193) votaron a favor, 24 en contra (incluida China esta vez), y 58 se abstuvieron, entre ellos, numerosos emergentes.

“Existen muchos países indiferentes a la guerra, que no quieren tomar partido en un conflicto entre grandes potencias y se inquietan de las consecuencias que tendrá en los precios de la energía y los productos alimentarios”, analiza Pascale Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas. “Rusia está aislada, es verdad. Pero muchos han decidido no ponerse de parte de Ucrania y de sus aliados occidentales”, agrega.

¿Cómo explicar tal situación cuando las atrocidades cometidas por los soldados rusos contra los civiles, los ataques contra estaciones de ferrocarril y hospitales o el sitio de Mariupol suscitan una inmensa indignación, al menos en el mundo occidental?

Nuevo frente

Rusia no deja de utilizar esos dos episodios como argumento para denunciar el intervencionismo de Estados Unidos y sus aliados desde el fin de la Guerra Fría y para intentar formar ese nuevo frente geoestratégico global que pondría de rodillas, de una vez por todas, la hegemonía occidental.

En todo caso, las razones que explican las diferentes posiciones son múltiples. En África, Rusia tejió desde hace mucho tiempo lazos con Libia, con República Democrática del Congo o con Malí, desplegando un discurso poscolonial, en la misma línea seguida por la antigua URSS.

En las capitales occidentales quieren creer que tanto Pekín como Nueva Delhi tienen interés en un rápido cese del fuego, a fin de no obstaculizar sus respectivos crecimientos económicos. Es verdad en cierto sentido. Pero, socia de Estados Unidos, la India también es una vieja aliada de Rusia, uno de sus principales proveedores de armamento frente a la todopoderosa potencia china en la región.

La diplomacia india del grand écart no tiene nada de nuevo. Anclada en el principio del no-alineamiento, el pragmatismo estratégico de Nueva Delhi le permite tratar con varios interlocutores en forma simultánea. Sus alianzas, con Moscú por una parte y con Europa por la otra, así como sus socios en la cuenca indo-pacífica la ayudan a mantener a distancia a sus dos grandes enemigos: China, su rival expansionista, que despliega peligrosamente sus soldados en la frontera del Himalaya, y Pakistán, su hermano enemigo, siempre irritado por la reivindicación de Cachemira, una de las regiones más militarizadas del mundo.

Posición intermedia

“La India necesita a Estados Unidos para hacer frente a los desafíos en el espacio marítimo. Y a Rusia para afrontar a aquellos en la meseta continental”, escribe Nandam Unnikrisshnan, de la Observer Research Foundation, un think tank basado en Nueva Delhi. Por temor a que Rusia se acerque aun más a China y a Pakistán, la India se retiene de criticar la guerra de Putin en Ucrania.

“Todos esos países se encuentran en una posición intermedia, lo que no los convierte en apoyos incondicionales de Rusia. Hay Estados, como la India, que se encuentran entre dos aguas: fundamentalmente, no apoyan la idea de un mundo imperial donde un poderoso vecino pueda imponer sus ideas. Pero tampoco se sienten cómodos con la aplicación de sanciones directas”, observa Boniface. En esas condiciones, los esfuerzos rusos para crear ese nuevo mundo anti-occidental podrían tomar su tiempo, aunque tampoco es imposible.